Estoy en deuda Tobías
Estoy en deuda Tobías.
Te estoy en deuda, para precisar.
Debo a la paz de tu mirada, líneas que ya no escribiré.
Y a tus ojos cristalinos grises y azules la persistencia en la escritura.
No me alcanzara la existencia para agradecer en poemas tu llegada.
Las sonrisas purísimas que brindas, la blancura de tus pómulos redonditos.
Cuanta dicha el sentir tu manita, tu abrazo y que me transmitas fuerza divina.
Te estoy en deuda hijo.
Lo sé bien.
Sin embargo, no hay novela, ni verso que pueda abarcar el vaivén que se genera al arrullarte.
No hay libro alguno que pueda describir la nube de acero en que se convierten los brazos de "maman".
Cualquier tinta será entonces siempre vana ante tus gangueos y tus “sourires”. Ante las piezas
encajadas exactamente entre tu cuerpo y el mío.
Tú, mi bola de nieve, mi primavera de invierno, te posas perfectamente en mi codo angular. Y
decides confiarme tu sueño y entregarme pausas que florecen al son de tu respiración en mi pecho.
Y tan en deuda te estoy hijo adorado que me rio de sentir culpabilidad. Aplaudo tiernamente los
pocos trazos que en mis cuadernos he podido crear. Los registros de tus progresos, de todos los
cambios que quizás ni a ti un día importaran…
Contarte que tienes una place en la “crèche” y que lo he llorado y celebrado a la vez…
Decirte que esta siesta matinal que haces contra a mi es exquisitamente conmovedora.
Que al igual que a tu hermanita no pude ni nunca podré darte mi seno. Pero que al igual que a ella,
les entrego hasta el último poro de toda mi piel.
No todo es rosa ni multicolor… cuantas ortigas en este bosque de amor… cuando el nido palidece de
fatiga, cuando el llanto se hace grito, confusión y melancolía dañina. Cuando los dolores físicos
nublan la psiquis...
Soy mamá por segunda vez gracias a que tu así lo decidiste Tobías.
Y, por ende, siempre te estaré en deuda. Y siempre saldré a deberme a mí también como mujer, como escritora, como jurista, como ser humano.
Seré acusada de no hacer esto o aquello. De no comportarme de una manera u otra.
Me lapidaran emocionalmente.
Si. Yo sé bien que de eso somos capaces las hijas y los hijos.
Tú, y tu hermana no querrán particularmente y con mucha razón escucharme hablar francés. Y
juzgaran mis pasos recorridos, lo dejado atrás y lo que me falta andar.
No será nunca suficiente, jamás habrá satisfacción.
Así haya los más espectaculares juegos, los mejores estudios, los más deliciosos alimentos.
Serán ustedes insaciables en su condición de hijo e hija.
Y tomarán eternamente mi pulso, medirán mis nervios, mis agallas, exprimiendo toda gota de
paciencia y aceptación.
Y en esos días de juicio, en esas horas de hiel, recordaré este hoy. El regalo que me entrega el universo al contemplarte. Al celebrar como si ganara un premio nobel que te salieron más crespitos en tu melena. Que tus pestañas se alargan y que tu naricita se redondea.
Y en esos días, cuando la exasperación me habite, no olvidaré jamás, que el concebir, parir y criar un
hijo o una hija revitaliza nuestros sueños a través de un universo de unicornios, reyes, lobos,
princesas, monstros o “viperes”…
A través de un tiempo comprimido y extenso…
A través de la máxima y simple complejidad…
Te estoy en deuda eternamente hijo Tobías.
Y por supuesto, por ello, infinitamente agradecida.
Saint-Germain-en-Laye
Domingo 28 de mayo de 2023