Estoy rota...
Estoy rota.
Estoy rota aunque luego de nueve meses de post-parto ya hay cicatriz.
Estoy rota y muy incómoda.
Estoy rota y exasperada.
Estoy rota y llena de turupes, de hemorroides, de fugas, de gases, de constipaciones.
Estoy rota y solamente aquella que lo ha experimentado podrá descifrar el lenguaje de martirio que comporta un doble desgarro.
Estoy Rota en mi ano.
Estoy Rota en mi perineo.
Estoy literalmente rota y ya veo cuantas muecas generan estas frases pues: "es un tema íntimo" o "no que hay que dramatizar ni traumatizar a nadie"…
Estoy rota, y he de callarme pues del trasero no se habla, está para estar observado de preferencia bien torneado, en carnavales, en lencería, en arenas nudistas…
Estoy rota y debo seguir.
Estoy rota y soy madre de dos. Y sobre ello, no hay reversa.
Estoy rota y ya qué.
Estoy rota, pero “ya pasó” o “ya pasará”.
Estoy rota y me frustro en permanencia.
Estoy rota y tantos rotos en mi cuerpo no me dejan dormir.
Estoy rota y no veo ni siquiera donde es que estoy rota. Da igual. Estoy rota para siempre.
Estoy rota y no fue mi culpa. Pero si la culpa, aunque jamás se podrá probar, de aquel eminente Dr. y un poco también de aquella eminente sage-femme…
Estoy rota, pero “sé fuerte y feliz”. Estoy rota, pero “lo importante es que el bebé esté bien”.
Estoy rota, pero “no parece para nada que te doliera algo”.
Estoy rota y en mi propia casa y en mi propia cara se atreven a recordarme que aún no he perdido los “kilos del embarazo” mientras yo me encuentro sentada con muchísimo esfuerzo encima de un flotador para evitar el contacto doloroso de mi zona anal con el canapé.
Estoy rota y ya sé qué dirán: “son los gajes de la maternidad”. En mejores casos pronunciaran con lastima: “ma pauvre”, “la pauvre”…
Estoy rota, maquillando cotidianamente mi desazón.
Saint-Germain-en-Laye
23 de septiembre de 2023